lunes, 10 de noviembre de 2014

Novela: Capítulo 1

No sabía muy bien que hacía allí. Apenas dos meses antes comenzó todo, en la calle del cine, mientras esperaba que le recogiesen. Casi no conocía a las personas que le acompañaban, aun así, no hizo ninguna pregunta, eso les enfadaría, pues bien lo sabía. Así que continuó caminando, sin protestar. 
El viento era frío, calaba hasta los huesos. Ojalá hubiese llevado aquella maravillosa chaqueta que le había regalado su madre. Por un momento pensó en ella, tan dulce y amable. Las vecinas solían comentarle que su madre era un tesoro, una de esas personas que escasean hoy en día por nuestra sociedad, dispuesta a ayudar a cualquiera que lo necesite. Que diría ella, si supiese en lo que se estaba aventurando. 
Intentó salir de sus profundos pensamientos y comentó a sus acompañantes que tenía frío. Como toda respuesta obtuvo una mirada fría, distante de uno de ellos, que le hizo arrepentirse de su comentario. 

El primer campo era oscuro. Dentro de él apenas había una planta en vida. Observó una casa a la izquierda y, a la derecha, un árbol, un árbol inerte, negro, quemado o partido por un rayo. Estaba observando el árbol cuando un escalofrío le recorrió el cuerpo. Había visto un resplandor sobre el árbol, pero lo que más le impactó fue aquella sombra, pues no logró identificar a que pertenecía. En ese preciso instante, le sobresaltó un ladrido y miró hacia el suelo. ¡Imposible! Aquel gracioso perro blanco que movía la cola alegremente pertenecía a aquel siniestro lugar. Que irónico.
Pasaron por más campos, pero todos ellos eran normales. Casas campestres en las que vivían familias, algunas con mascotas, otras con piscinas y lujosos jardines, y otras abandonadas. Nada fuera de lo normal. 
Finalmente, llegaron al bosque. Ya había oscurecido pero sus acompañantes no utilizaban linternas, se manejaban perfectamente en la oscuridad, y más en aquel lugar. Llegado a un punto, uno de ellos se sacó un trapo del bolsillo y se acercó. Al instante supo cuales eran sus intenciones: iban a vendarle los ojos. No querían arriesgarse, era mejor que no conociese la entrada de momento. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario